Las personas, en el centro de la vida de las organizaciones y de los centros educativos.




Una organización es un sistema abierto, formado por componentes interconectados, que interactúan gracias a, y a través de, las personas, que están en el centro de la vida de la organización. En esta breve afirmación aparecen ya tres elementos fundamentales de la vida organizacional:

* Lo que una organización hace.
* Cómo lo hace.
* Quiénes lo hacen.

Tradicionalmente, se ha puesto gran énfasis y energía en el primer aspecto, en el "QUÉ hacemos", es decir, en el producto, el servicio, la productividad, los rendimientos. A poca distancia, aunque ya excesiva, considerable énfasis y energía se ha puesto también en el segundo aspecto, en el "CÓMO hacemos lo que hacemos", primeramente, y especialmente, en lo que se refiere a aspectos técnicos como, por ejemplo, recursos materiales, tecnología especializada, o distribución. Por último, se ha puesto el énfasis y la energía que se consideraban necesarios en el tercer aspecto, en el "QUIÉNES hacemos lo que hacemos" a través, sobre todo, de las funciones tradicionalmente atribuidas a los departamentos y las políticas de "recursos humanos".

Esta escala de prioridades conlleva que, con demasiada frecuencia, se pierda de vista la importancia real que el tercer elemento tiene. Esto resulta especialmente obvio en momentos en los que una organización se encuentra con problemas que entorpecen su funcionamiento, o se enfrenta a la necesidad de llevar a cabo cambios.

Existen muchos modelos que dan cuenta de los componentes de una organización (Leavitt, Weisbord, Galbraith, Kotter, Kilmann, entre otros), pero ninguno sitúa a las personas en el centro de la vida oganizacional. Esta es una de las características innovadoras de nuestra perspectiva.
Decíamos al principio que partimos del presupuesto de que una organización es un sistema abierto, formado por componentes interconectados, que interactúan gracias a, y a través de, las personas, que están en el centro de la vida de la organización. Ésta se activa para alcanzar unas metas finales que se establecen en función de: 

a) Sobre qué aspectos del entorno externo se quiere incidir 
b) Los principios y creencias internos, que constituyen el marco mental, emocional y funcional de la organización, y 
c) Los recursos disponibles y los procesos para movilizarlos.

Estos elementos interactúan dentro de una frontera funcional y permeable que permite diferenciar entre lo que está dentro y lo que está fuera de la organización. Los resultados de su actividad se convierten en el instrumento con el que la organización incide en el entorno externo para responder a demandas o necesidades percibidas. En el nuevo entorno externo, modificado, se identifican nuevas necesidades que llevan a iniciar el ciclo de nuevo.

Este modelo de dinámica organizacional es aplicable también a los centros educativos.

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